A más de 10 horas en avión de mi hogar, Irlanda me permitió reflexionar sobre mi pequeña papel en el mundo, mi libertad, mi sueños.
Llegamos por la mañana a Bray, un pequeño pueblo vecino a Dublín en Irlanda, muy cerca de donde nos hospedamos alcanzábamos a ver una cruz sobre una montaña que nos invitaba a subir.
El día era perfecto para salir a caminar con una chamarra muy ligera, la lluvia había pasado, así que decimos conquistar la montaña.
El camino nos puso pruebas que iban desde lodo, piedras, troncos, arbustos malvados que picaban y lo peor fue mi cero condición física, pero lo logramos! llegamos a la cima.
Es indescriptible el paisaje, el viento, el cansancio se esfumo, era yo y el mundo cara a cara, me sentí más pequeña que nunca, pero, a la vez más grande que cualquier otro día en mi vida, porque simplemente me di cuenta que estaba conquistando mis sueños al llegar tan lejos y vivir mi pasión, viajar!
¿Quieres un consejo? Sube cada montaña, prueba cada platillo, ríe, asómbrate, arriésgate, vive el momento aquí o allá.